lunes, julio 07, 2008


A menudo recuerdo y releo la historia de Dorian Gray, es de comienzos de siglo, es el vaticinio de este siglo, del hombre solo, que no dispone de moralidad, porque no ve al otro. Narcisista al extremo, sólo se vé a sí mismo, su cuerpo, su piel. Por dentro se va pudriendo en su propia depravación y en la falta de sentido de su existencia.

Hoy es tiempo de revisar esta fábula y ver cuanto de ella hay en nosotros. Ni masas, ni individuos, debemos, es necesario, recuperar la relación humana, el ser con el otro, persona a persona.

Ahí no se envejece nunca. Es al réves, el cuerpo se cubre de arrugas superficiales, pero el alma rejuvenece en cada acto de amor, de solidaridad, de reciprocidad, de ser alguien para alguien y recuperar el sentido de la vida.

Entonces se hace la primavera!!!